Las casas descansan en la ladera de manera escalonada,
mirando el mar, tomando el sol y refrescándose con el agua. Su vestimenta
blanca la protege del calor, al tiempo que se abre en la sombra para que la luz
entre de manera cuidadosa. La mirada, enfoca el horizonte a través del mar, que
se muestra siempre presente, marcando el paso de las estaciones.